DISCAPACITODOS

Educación, Tecnología y Accesibilidad nos importan a todos. Porque bajo las circunstancias adecuadas, todos somos discapacitados.

Un país de expertos

Lindeiros – Febrero 2014

España. Ese país con 40 millones de seleccionadores de fútbol. Ese país cuya población es todóloga a pesar de no leer un libro nos últimos 15 años. Ese país en el que cualquiera sabría como arreglar el paro y la economía internacional pero no se atreve a ser presidente de la comunidad de vecinos. Ese país en el que cualquier ciudadano, si se pusiera, compondría la canción ganadora de Eurovisión.
España. Ese país con 40 millones de expertos en educación. Donde todo el mundo se considera cualificado para opinar sobre currículos, cargas lectivas, criterios de evaluación y enfoques metodológicos… Y además de cualificados, legitimados para hacerlo.
La razón para opinar sin fundamento alguno suele recaer en el hecho, innegable, de ser cocinero antes que fraile; a saber, alumno antes que organizador del sistema educativo.
Pero, con diferencia, el subgrupo más peligroso es lo de aquellos que son padres. No por el hecho de traer hijos al mundo, que es de agradecer, sino porque muchos de ellos están convencidos de que criar a un hijo les convierte en expertos en Educación. El razonamiento es el mismo que llevaría a toda persona que ha sufrido un catarro a querer imponer su criterio en materia de medicamentos. Lamentablemente esta situación también se da, con personas que llegan al médico autodiagnosticadas, automedicadas y buscando únicamente el descuento de la receta. Pero cada colectivo que aguante el suyo.
Cuidado. No digo que los padres no sepan educar. Muchos se molestan en aprender activamente, además de reflexionar sobre las actuaciones de otros padres a su alrededor, y de su propia experiencia. Otros aprenden a través de la práctica por el simple, pero efectivo, ensayo y error. Los padres son, somos, expertos, ante todo, en crianza y en esa parte de la misma que implica hacer de tu hijo una persona capaz de convivir en armonía con sus congéneres. En ese sentido, todos los padres tienen no sólo el derecho, sino el deber, de implicarse en el desarrollo del proyecto pedagógico de los centros escolares por los que pase su hijo. Y digo implicarse, que es algo más que opinar. Es mancharse las manos día a día.
Lo que me parece más cuestionable es que esas mismas personas, sin informarse primero, sin conocimientos científicos sobre la educación, sin fundamento pedagógico o psicológico más allá del a-mi-me-parece, pretendan decidir sobre cuestiones de «fontanería» del sistema educativo, por el mero hecho de ser padres.
Yo misma soy madre, y mi condición de maestra y pedagoga me sirve para saber, al final de cada día, la cantidad de cosas que he hecho mal. En general, muchas.
Mi colectivo, debo admitir, tiene buena parte de la culpa. A menudo tomamos decisiones y nos justificamos con a-mi-me-parece, con en-mis-tiempos y con es-de-sentido-común. Sin leer una sola publicación específica para mantenernos al día o careciendo del más mínimo escepticismo y pensamiento científico.
Los padres no son profes, igual que no son médicos ni terapeutas. Son padres, que es más importante. Un rol en peligro de extinción que nos encamina a una gran crisis, ya no educativa, sino social. Y los profesores deberíamos practicar única y exclusivamente «pedagogía basada en la evidencia». Ganaríamos todos, sobre todo los alumnos.

Ilustración original del artículo en B/N que muestra un fonendoscopio

Ilustración original de @JorgeDelOro


Lindeiros – Febreiro 2014

España. Ese país con 40 millóns de seleccionadores de fútbol. Ese país cuxa poboación é todóloga a pesar de non ler un libro nos últimos 15 anos. Ese país no que calquera sabería como arranxar o paro e a economía internacional pero non se atreve a ser presidente da comunidade de veciños. Ese país no que calquera cidadán, se se puxese, comporía a canción gañadora de Eurovisión.
España. Ese país con 40 millóns de expertos en educación. Onde todo o mundo se considera cualificado para opinar sobre currículos, cargas lectivas, criterios de avaliación e enfoques metodolóxicos… E ademais de cualificados, lexitimados para facelo.
A razón para opinar sen fundamento algún adoita recaer no feito, innegable, de ser cociñeiro antes que frade; a saber, alumno antes que organizador do sistema educativo.
Pero, con diferenza, o subgrupo máis perigoso é o daqueles que son pais. Non polo feito de traer fillos ao mundo, que é de agradecer, senón porque moitos deles están convencidos de que criar a un fillo convértelles en expertos en Educación. O razoamento é o mesmo que levaría a toda persoa que sufriu un catarro a querer impor o seu criterio en materia de medicamentos. Lamentablemente esta situación tamén se dá, con persoas que chegan ao médico autodiagnosticadas, automedicadas e buscando unicamente o desconto da receita. Pero cada colectivo que ature o seu.
Coidado. Non digo que os pais non saiban educar. Moitos molestanse en aprender activamente, ademais de reflexionar sobre as actuacións doutros pais ao seu redor e da súa propia experiencia. Outros aprenden a través da práctica, por simple, pero efectivo, ensaio e erro. Os pais son, somos, expertos, ante todo, en crianza e nesa parte da mesma que implica facer do teu fillo unha persoa capaz de convivir en harmonía cos seus conxéneres. Nese sentido, todos os pais teñen non só o dereito, senón o deber, de implicarse no desenvolvemento do proxecto pedagóxico dos centros escolares polos que pase o seu fillo. E digo implicarse, que é algo máis que opinar. É mancharse as mans día a día.
O que me parece máis cuestionable é que esas mesmas persoas, sen informarse primeiro, sen coñecementos científicos sobre a educación, sen fundamento pedagóxico ou psicolóxico máis aló do a-min-paréceme, pretendan decidir sobre cuestións de «fontanaría» do sistema educativo, polo mero feito de ser pais.
Eu mesma son nai, e, a miña condición de mestra e pedagoga sérveme para saber, ao final de cada día, a cantidade de cousas que fixen mal. En xeral, moitas.
O meu colectivo, debo admitir, ten boa parte da culpa. A miúdo tomamos decisións e xustificamonos con a-min-parécemes, con en-os meus-tempos e con é-de-sentido-comúns. Sen ler unha soa publicación específica para manternos ao día ou carecendo do máis mínimo escepticismo e pensamento científico.
Os pais non son profes, igual que non son médicos nin terapeutas. Son pais, que é máis importante, un rol en perigo de extinción que nos encamiña a unha gran crise, xa non educativa, senón social. E os profesores deberiamos practicar única e exclusivamente «pedagoxía baseada na evidencia». Gañariamos todos, sobre todo os alumnos.

1 comment for “Un país de expertos

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Uso de cookies

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.plugin cookies

ACEPTAR
Aviso de cookies