DISCAPACITODOS

Educación, Tecnología y Accesibilidad nos importan a todos. Porque bajo las circunstancias adecuadas, todos somos discapacitados.

Sin derecho al caso aislado

Primer plano de una mano en gesto acusador con la persona al fondo. B/N

Esta semana ha saltado a los medios la denuncia de una madre a 4 docentes de un centro de Sevilla por el trato vejatorio que aparentemente daban a su hija autista. Denuncia que sustenta en unas grabaciones de audio y que han circulado por doquier y que, numantinamente, me he negado a escuchar (y, por supuesto, no pienso enlazar desde este blog).

Se trata de un caso triste, sin duda, y que se encuentra en estos momentos judicializado, por lo que seguirá su curso en las instancias educativas, administrativas y judiciales que procedan. Con una información parcial como la que hay en circulación en este momento no es prudente ni deseable su análisis pormenorizado y su correspondiente juicio paralelo en redes. No seré yo quien entre al trapo de esa moda tan extendida en la actualidad que disfraza de activismo social lo que no suele pasar de chismorreo de corrala.

Pero hay algo que sí es digno de comentario. Algo para hacérnoslo mirar. Algo que me duele especialmente no tanto por corporativismo sino por puro sentido de justicia con los cientos (¡miles!) de maravillosos profesionales que conozco.

Este incidente, como casi cualquier otro que afecte a un docente (o a un centro educativo como entorno genérico) de este país, real o inventando, ha servido para reactivar el soniquete de la falta de formación del profesorado. Al instante han saltado propios y extraños a señalar que el profesorado tiene que formarse más y mejor para estar preparado y atender al alumnado con TEA o a alumnado diverso sin más. Si es que ya se sabe: los profes no se enteran de nada.

Aparentemente para el común de los mortales el problema es que el profesorado (esas profesoras y ya puestos el resto de docentes de este país, ahí es nada) no sabe sobre necesidades educativas especiales y no entiende a este alumnado. Aparentemente esas profesoras son representativas de los 701.000 profes que hay en nuestro país. Cuatro. El 0,0006%.

Sin embargo cuando un médico, por ejemplo, es acusado de trato vejatorio, el diagnóstico inmediato de la población no es que les falta formación y que por eso no ha sabido tratar al paciente. No se corta, ya de paso, a los 222.000 médicos/as españoles por el mismo patrón y no salen profesionales de otros ámbitos a enmendarle la plana al 100% del colectivo sanitario por «no saber». No. Ahí es un caso aislado. Lamentable. Terrible. Pero que no representa al colectivo, que se esfuerza por mejorar día a día y que cuenta con grandísimos profesionales.

Esa actitud diferenciada entre un colectivo y otro se llama «prejuicios». No se basa en la realidad, sino en una idea preconcebida sobre un grupo en la cual los hechos pueden encajar, y entonces son definitorios; o no encajar, y ser un «caso aislado».

Que se lo pregunten a las personas de color (casi cualquiera que no sea el blanco nuclear) americanas, o a cualquier persona de rasgos propios del medio oriente, por poner un par de ejemplos, que en estas lides tienen un máster y hasta doctorado por la fuerza de los batacazos vitales.

Pero lo peor de todo es que alguien pueda pensar que la falta de conocimientos pudiera explicar la actitud que aparentemente mantuvieron estas docentes. Una actitud de violencia institucional y falta de respeto por la dignidad del alumnado. Los insultos, amenazas y vejaciones nunca pueden explicarse por falta de conocimientos teóricos sobre una condición personal como es el TEA. Podrían explicar que una profesora no sea consciente de la gravedad de una lesión porque el alumno no refiere dolor (algún alumnado con TEA tiene alta tolerancia al dolor). Ahí sí, compro la hipótesis de la falta de formación. Pero no hace falta ninguna formación específica, ni siquiera ninguna formación docente… ni, si me apuran, estudios formales algunos, para saber que los insultos y las amenazas hacen daño a los demás. Máxime si los demás son menores a nuestro cargo.

Claro que a los docentes nos hace falta más formación. Siempre. Claro que hay quien hace más esfuerzos de formación continua y quien hace menos. Como en cualquier profesión. Que a los estudios de Magisterio hay que darle una vuelta no lo duda nadie. También a los de Medicina, y a los de Derecho o Informática. Forma parte de mantener los currículos actualizados bajo parámetros de calidad, rigor y excelencia. Otro día hablamos de por qué eso no es ahorrarle a las empresas la adecuación del trabajador al puesto de trabajo pero tampoco lo que estamos enseñando ahora.

Pero los y las docentes de este país se parten el lomo cada día como cualquier otro profesional con buen hacer y rigor en situaciones cambiantes, difíciles, lidiando con el bien social más preciado que tenemos: la juventud. La mayoría con profesionalidad, un porcentaje nada desdeñable desde la excelencia y casi el heroísmo. Todos ellos con sus momentos más atinados y otros no tanto. Como en cualquier otro sector. Somos humanos. Todos. Pero inevitablemente un pequeño porcentaje va más allá del traspiés o el desatino momentáneo. Tal vez nunca fueron buenos profesionales, tal vez la vida les ha llevado por una senda tortuosa y ya no son los que eran… Un minúsculo porcentaje de 701.000 pueden llegar a ser muchos. Uno solo es mucho. Es terrible pero hay que asumirlo.

Lo que no estoy dispuesta a asumir es el linchamiento público, o la condescendencia paternalista («pobrecitos, es que no saben») del conjunto de la sociedad. Ambos igual de perniciosos, aunque casi me molesta más lo segundo que lo primero porque, encima, quien así actúa se siente en una superioridad moral e intelectual ignorando que el mero hecho de ser capaz de juntar letras para escribir un tuit, por aborrecible que sea, se lo debe a sus maestros.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Uso de cookies

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.plugin cookies

ACEPTAR
Aviso de cookies