Pocas expresiones han hecho tanto daño a la pedagogía como el «aprendizaje por ensayo y error». Es una expresión falaz que, además de encenderme, justifica lo injustificable y da coartada a la dejadez y desidia didáctica de muchos.
Decir que algo puede aprenderse por ensayo y error no es faltar a la verdad pero sí maquillarla a nuestra conveniencia. El ensayo es una parte vital y significativa de todo proceso de descubrimiento. Es importante probar, tantear, explorar cosas distintas. Obviamente muchos de dichos tanteos serán callejones sin salida, errores garrafales y fallos catastróficos. Otros no tendrán resultados tan descorazonadores pero serán igual deinútiles y faltos de resultado aprovechable. Tomemos todos ellos como «error». No hay nada de aprendizaje en ello. Hay reflexión, sí. Hay reconsideración de enfoque, sí. Hay tendencia a la acción, a hacer algo distinto, sí. Hay toma de decisiones, sí. Hay cambio en la conducta, sí. Pero no hay verdadero aprendizaje de la tarea que se espera.
Aprendemos a montar en bicicleta montando en bicicleta, aunque suene a perogrullo. No aprendemos cayéndonos ni perdiendo el equilibrio. En dichas situaciones nos encontramos ante un estímulo aversivo (la caída, el dolor, la vergüenza…) que deseamos evitar. Por ello intentamos pedalear de un modo distinto la siguiente vez. Es un sistema de descarte. Cuando por fin mantenemos el equilibrio un rato nos sentimos genial, realizados y pletóricos de orgullo y satisfacción. Ese subidón positivo es el que fija la conducta, en este caso el modo de montar en bici, y genera aprendizaje.
Aprendemos del éxito y no del fracaso. Siendo el fracaso necesario, porque es importante aprender a lidiar con la frustración de equivocarse o hacer algo mal, no es quien nos enseña. El método de ensayo y error es parte del proceso de aprender, pero no quien genera el aprendizaje. El el éxito quien nos enseña.
Conviene no olvidarlo porque cuando enfrentamos a los alumnos a una tarea demasiado compleja o inabordable sólo aprende a fracasar y a considerarse fracasado, ya que será la única tarea en la que tenga éxito, por paradójico que suene.
La pedagogía siempre debe estar orientada al éxito porque todos aprendemos por ensayo y acierto.
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