Las coincidencias tienen un profundo poder de atracción. Sobre todo para nuestro cerebro. Ante la concatenación de dos hechos sin relación, sobre todo cuando uno es muy temido o muy deseado, el John Nash que llevamos dentro se viene arriba, ata cabos y nos ofrece una explicación plausible y errónea.
Nuestros sentidos nos engañan. También nuestras apreciaciones. El cerebro ve fantasmas de correlaciones que no existen.
Por eso trabajar desentrañando los misterios de los sesgos cognitivos es una labor tan importante y difícil. Por eso Helena Matute y su equipo hacen una labor que todos deberíamos aplaudir. De su trabajo, del trabajo de la comunidad escéptica, depende que hagamos mejor ciencia.
Como muestra os dejo una de sus maravillosas reflexiones contra las pseudociencias.
La ciencia como una vela en la oscuridad… Como una bombilla que alumbra el cuarto oscuro y espanta a los monstruos.