El pasado viernes 12 de diciembre me invitaron a inaugurar las Jornadas de AGPETAL en A Coruña. Se trataba de una pequeña charla (máximo 30 minutos, que seguramente se quedarían en menos), en los que me pedían que les hablase de «Tecnología Móvil y Comunicación Aumentativa». Dado lo breve del tiempo disponible, la dificultad postpandrial de la hora (16:30 a 17:00) y lo variado en el perfil de los asistentes, opté por ser clara, concisa, directa y gráfica. Cada una de las reglas del decálogo puede ser ampliada, extendida y matizada hasta el infinito y más allá (de hecho es, en esencia, la fundamentación de mi tesis doctoral) pero creo que puede ser un buen puente de partida y un recordatorio útil a quienes, de cuando en cuando, montamos comunicadores.
Comunicación Aumentativa: El decálogo (primera parte)
Su vocación ha de ser la de acompañar a la persona a todas partes. La invención del teléfono y, posteriormente del teléfono móvil, ha tenido siempre este objetivo, que no ha de ser diferente para la comunicación aumentativa. De hecho cualquier teléfono es una forma ordinaria de comunicación aumentativa, tan extendida que rara vez somos conscientes de lo protésico de su naturaleza.
Por si alguien lo duda le recomiendo que se interese por los trabajos de Alexander Graham Bell (en la imagen junto a su familia), logopeda de profesión, especializado en el trabajo con personas sordas y con problemas de habla. Su madre y su esposa eran sordas y sus trabajos en la telefonía tenían, en origen, la intención de inventar aparatos que ayudasen a desarrollar y mejorar la comunicación aumentativa.
Cuando antes pienses en el smartphone como en un ordenador que, ocasionalmente, hace llamadas, más partido sacarás de esos aparatos absolutamente infrautilizados. Y es que no sólo de comunicación aumentativa vive la persona con dificultades de comunicación. En muchas ocasiones necesita además, estructuración temporal, apoyo visual, localizador, recordatorio de secuencias de actuación, estimulación cognitiva y sensorial, y un largo etcétera. Quien tiene un smartphone tiene un tesoro, una capacidad de procesado cada vez mayor en un tamaño cada vez más reducido, con mejores pantallas, mejores baterías y, sobre todo, con un plus de normalidad importante. Todo el mundo tiene un móvil. Que las personas con diversidad sean como todo el mundo es trabajar por la inclusión y normalización.
Entre el precio y la calidad no hay una relación de causa-efecto. Hay muy buenos comunicadores gratuitos, tanto o más funcionales que los de pago. Lo importante no es su precio sino las funcionalidad que, en cada caso, facilitan al usuario. Cada persona es distinta y tiene diferentes demandas con respecto a su comunicador. Valora que le pides o puedes pedirle en breve al comunicador y actúa en consecuencia. Hay excelentes revisiones que pueden servirte de orientación, como la realizada por AUCAVI o por el CEAPAT.
Cuando un comunicador te esclaviza, a ti como padre/profe/terapeuta, o al usuario, cuando lo primero es la plataforma y no las necesidades, cuando eliges cuándo y cómo comunicarte en función del comunicador, cuando el comunicador elige por ti… no tienes un comunicador, tienes unas cadenas. Si la comunicación no es libre y no genera libertad no hay verdadera comunicación. Es prioritario, fundamental e irrenunciable, que lo que se comunique, sea poco o sea mucho, sea SIEMPRE LIBRE.
El Principio KISS es un clásico del diseño y sirve tanto para una presentación de diapositivas como para un comunicador. KEEP IT SIMPLE STUPID. Menos es más, si lo prefieres en castellano políticamente correcto. Nadie quiere utilizar un comunicador con un manual de instrucciones que hace pasar por sencilla la programación de un aparato de vídeo ochentero. Cuando queremos comunicarnos lo queremos YA. Simple, directo y transparente. La grandeza de un comunicador no está en los fuegos artificiales que enseña sino en la complejidad que esconde.
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Como incluir el decálogo en una sola entrada generaría un scroll inmenso, dejamos para mañana los siguientes cinco puntos.