Gracias al muro de Facebook de Roberto recuerdo esta curiosidad. En general nos empeñamos en que las personas con diversidad funcional hagan las cosas «como los normales» (nunca habrá suficientes comillas para esta expresión, nunca), y se nos olvidan los casos, que haberlos hailos, en los que una buena idea o práctica surgida de la diversidad, se generaliza.
Los corrillos de los deportistas es uno de estos casos. Fue inventado en 1894 por el mariscal de campo Paul Hubbard en la Gallaudet University (una universidad para estudiantes sordos en Washington). Hasta entonces la mera distancia que separaba a un equipo de otro, parecía mantener la privacidad de las instrucciones. Sin embargo en este caso concreto las señas y signos de unos y otros eran fácilmente identificables a simple vista. Por ello Hubbard reunió a sus jugadores en un corrillo para mantener su lengua de signos y otras indicaciones visuales en privado y fuera de la vista del contrincante.