Este sábado día 6 de enero, a eso de las 9:30 andaré por Coruña para abrir las V Jornadas UTLAI (Usuarios de Tiflotecnología para el Libre Acceso a la Información), que se desarrollará en la sede la ONCE en A Coruña hasta el lunes 8. Por si hubiese alguien interesado, parece que habrá audio en directo. Supongo que dicho audio se grabará y, espero, poder crear algún podcast con él para acompañar la presentación en diapositivas que utilizaré de modo totalmente disruptivo. ¿Por qué disruptivo? Pues porque soy de los pocos seres extraños sobre la faz de la tierra que, en unas jornadas para ciegos, se lleva una presentación de diapositivas. Con premeditación y alevosía. Y he generado un pequeño terremoto y algún quebradero de cabeza a la organización con este asunto.
No me parece una cuestión baladí puesto que el enfoque multisensorial y de diseño universal ha de ser igualmente válido tanto si estás en un lado o en el otro de la discapacidad. Simplemente, porque no hay un lado y otro de la discapacidad.
Por supuesto puedo hablar sin una presentación proyectada a mi espalda. A estas alturas tengo, creo, tablas suficientes como para no perderme en una charla de más de una hora simplemente mirando de reojo unas cuantas notas manuscritas de cuando en cuando. No luché por mi proyector y mi pantalla por mi propio interés. Luché por la libertad de elección de los presentes. Porque aquellos que vean o que tengan restos visuales puedan disfrutar de una experiencia plena y no adaptada a las necesidades de la mayoría.
Para eso debe servir la tecnología y de eso va mi charla. De la libertad para elegir y no para que otros tomen decisiones por nosotros. La accesibilidad y la usabilidad suponen la capacidad de decisión y no la protección y el cuidado.
Por eso mismo no podré resistirme a comentar, durante la misma, esta noticia:
´Mirar conTacto´, la primera exposición permanente de arte accesible en Galicia – Faro de Vigo
La Fundación María José Jove rompe la barrera del arte para los invidentes – La Voz de Galicia
En el día internacional de la discapacidad (otro día comentamos por qué detesto los días internacionales de…) una serie de individuos bienintencionados inauguran una exposición de cuadros realizados en relieve mediante una carísima técnica, apoyada además por audiodescripción. Deduzco que la técnica es carísima porque la exposición tiene la friolera de cuatro cuadros. Cuatro. Como los jinetes del Apocalipsis y los puntos cardinales. Cuatro.
Voy a evitar ahondar en el modo falaz y descuidado con que los periodistas confunden, *
Tampoco voy a entrar en que el tacto es un sentido que, aunque nos cueste creerlo, no sólo tienen y utilizan las personas ciegas. Los que vemos con nuestros ojos podemos y queremos ver con nuestras manos. Queremos experiencias más ricas y más completas. Nadie tiene derecho a decirme como y cuando hacer uso de mis sentidos.
Sean los que sean los cuadros ¿quién tiene derecho a decidir por una persona ciega qué cuadros le mostrará en relieve? ¿quién es capaz de elegir cuatro cuadros como representantes de la pintura universal y llenarse la boca diciendo que elimina barreras?
Estas buenas intenciones, desproporcionadas e innecesarias, forjan cadenas. La protección y condescendencia no son más que el bonito chal en el que se envuelve la sensación de superioridad.
Estoy convencida que, por el precio de uno de esos cuadros, se podrían imprimir con humilde 3D en PLA decenas de cuadros, al estilo de estas reproducciones que nos encontramos por doquier en Francia (aquí el Rey René en el castillo de Angers) sin darse ninguna importancia.
Esto si es democracia. Esto sí es romper barreras. Esto si es diseño universal y esto sí es normalidad.
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