
Hoy he tenido el enorme placer y honor de participar en una nueva edición de «Las Pruebas de la Educación», organizada por la Cátedra de Cultura Científica de la UPV/EHU y la Fundación Promaestro. Una edición muy especial desde una situación de confinamiento en la que hemos sacado todo el partido de correos, chats y videoconferencias para poder organizar y montar una emisión de 1h hablando de educación desde la óptica de la investigación científica.
Lo primero que tengo que hacer es dar las gracias a los organizadores por tener la visión, la valentía y la dedicación para montar una sesión de trabajo necesaria. Porque si algo necesitamos hoy por hoy es debates serios y elegantes sobre base científica para no perdernos en un mar de desinformación. Lo segundo es agradecer especialmente a nuestro Control en la sombra, Nacho, el trabajo tan espectacular que hizo, ayudándonos con las pruebas y llevándonos en volandas durante toda la sesión. Si todo salió redondo fue gracias a él. Agradezco, por supuesto, que contaran conmigo y que me dejaran hablar de uno de los aspectos que más me gustan de la educación: su historia. La historia es una importante fuente de información que no siempre valoramos en su justa medida. Finalmente, pero no menos importante, agradezco la atención y participación de todos los que nos acompañasteis en esta aventura en directo, a los que lo seguiréis con el vídeo en diferido y, por supuesto, a mis compañeros de aventuras @ferrero_mar, @PGaraizar y a nuestro fantástico conductor @JorgeFilosofo.
La sesión se grabó y está ya disponible en línea, junto con todas las presentaciones (Las pruebas de la educación: programa especial on line), pero os dejo aquí el resumen de mi intervención por si fuera de vuestro interés (y tratando de describir las imágenes utilizadas en la presentación por razones de accesibilidad).
Podemos situar los orígenes de la teleformación alrededor de los años 20, con los primeros intentos de utilización de la radio con fines educativos. Al principio las universidades y luego autoridades educativas, iniciaron aventuras radiofónicas llamadas a solucionar los grandes problemas de la educación secundaria y universitaria de la época:
- baja matrícula
- mucha población rural dispersa y sin acceso a centros educativos
- poca disponibilidad de profesorado, especialmente bien cualificado
- necesidad de reducir costes
- necesidad de mejorar la formación media de la población
Se esperaba además un efecto más estético y de márketing vinculado a la idea de modernidad. Utilizar la radio era ser moderno, innovador y, por tanto, mejor. Nada nuevo bajo el sol.
La realidad es que a medida que los costes de producción de los programas de radio subían, las audiencias, pasada la emoción inicial, bajaban. Además, profesores tomados por brillantes en el aula no tenían el mismo grado de brillantez cuando se trataba de clases radiofónicas y es que ni la técnica ni el modo de dirigirse a la audiencia son iguales en la radio que en el aula (como cualquier periodista radiofónico puede atestiguar).
La posibilidad de utilizar transceptores (emisores-receptores) de radio avivó de nuevo las esperanzas. En esta imagen podemos observar al profesor C.C. Clark de la Universidad de Nueva York dando una clase desde un sillón en su casa con uno de estos aparatos. Su alumnado estaba en el aula con otro profesor y podía enviarle las preguntas por el mismo medio.


Así, el número de shows radiofónicos de enfoque educativo fue descendiendo. Los pocos que sobrevivieron adoptaron un formato Talk Show por aquel entonces novedoso. En lugar de un docente hablando sin parar durante un periodo más o menos prolongado de tiempo, varios docentes se reunían en torno a una mesa para discutir desde el rigor y el conocimiento, algún tema de interés. Fue el caso del «University of Chicago Round Table», en antena a nivel nacional en los EEUU de 1933 a 1955. En este enlace podéis acceder a un par de capítulos a modo de ejemplo (University of Chicago Round Table (2 episodios)).

Entonces apareció la Televisión y las ansias de teleformación volvieron con ánimos renovados. Especialmente a partir del fin de la segunda guerra mundial, los hogares estadounidenses se llenaron de receptores y los docentes, de ilusiones.
El hambre de nuestra ciudadanía por la cultura y el crecimiento personal se ha subestimado mucho siempre; el número de americanos que prefieren aprender un poco sobre algún tema a recibir una muestra de espuma de afeitar es absolutamente colosal.
Life Magazine, 1953
La Comisión Federal de Comunicaciones (FCC) reservó 242 canales para uso exclusivamente educativo y docente. Entre 1950 y 1971 se invirtieron unos $100M en televisión educativa entre inversión pública y privada. Unos $650M de la actualidad. Para que pongamos esta cifra en contexto, es la cantidad que la OMS demanda a los gobiernos mundiales en el plan de respuesta al coronavirus (noticia en prensa). Pese a este esfuerzo económico titánico la gran mayoría de los canales no fueron necesarios.
En España la TV educativa cuenta con una consolidada tradición de la mano de la UNED y del programa de aprendizaje de idiomas That’s English. Ojo, hablamos de televisión educativa con fines curriculares y no de productos orientados a la educación no formal y el ocio educativo al estilo de productos televisivos clásicos como Barrio Sésamo o la serie «Érase una vez…»
No obstante en otras partes del mundo la TV educativa tuvo una relevancia mucho mayor. Es el caso de la Samoa Estadounidense. A mediados de los años 60 el panorama educativo en esta región era un tanto desolador:
- había pocas escuelas y todavía menos centros de secundaria (claramente insuficientes)
- los centros educativos eran poco más que una estructura techada sin paredes
- había poco profesorado y mal formado. Ninguno tenía un título homologado y algunos sólo tenían habilidades ligeramente superiores a las del alumnado
- la inversión por alumno/curso era de unos pírricos $50 frente a la media de los EEUU continentales con una media de $487.
- apenas tienen libros de texto, los que hay son donaciones de viejos libros del continente que reflejan realidades muy diferentes a la suya; en inglés, que no es su primera lengua, y de un nivel inapropiado para sus conocimientos previos.

En 1961 llega a la isla H. Rex Lee como nuevo gobernador, un verdadero creyente en las posibilidades educativas de la televisión, encontrándose el panorama que acabamos de describir. Lo tuvo claro desde el principio, la TV podía ser y sería la solución. Convenció al congreso para liberar más de $5M orientados a la construcción de nuevas escuelas y un complejo sistema de grabación y emisión.

Se forma un comité de expertos que, entre otras cuestiones, recomienda que el currículo se adapte para dar respuesta a la realidad samoana, que el inglés se enseñe como segunda lengua, que se trabaje de cerca con el profesorado local para que este adquiera la capacitación necesaria…
Sin embargo el programa arranca con profesorado traído del continente, obviamente con nulo conocimiento del samoano, que graba lecciones en inglés sin ningún contacto ni coordinación con el profesorado local basadas en un currículo no adaptado a la realidad del lugar. Las lecciones o «telecast» eran emitidas desde los estudios centrales a unas horas determinadas. Se esperaba que el alumnado estuviera preparado para la emisión y al acabar hiciera, con el profesorado local, los ejercicios correspondientes (elaborados también por el profesorado experto) que no siempre llegaban a tiempo a las aulas.
Un horario escolar típico era:
- 7:30–7:40 Ejercicios de bienvenida
- 7:40–7:50 Estudio
- 7:50–8:00 Prepararse para matemáticas
- 8:00–8:20 Telecast de matemáticas
- 8:20–8:45 Actividades de matemáticas (fichas)
- 8:45–8:50 Prepararse para ejercicios de inglés (listening y drills)
- 8:50–9:10 Telecast de inglés oral (listening y drills) (ejercicios)
- 9:10–9:15 Prepararse para lengua
- 9:15–9:35 Telecast de Lengua
- 9:35–10:15 Prepararse para ciencias/salud e higiene
- 10:15–10:35 Telecast de ciencias/salud e higiene
- 10:35–11:00 Ejercicios de Ciencias/salud e higiene (fichas)
- 11:00–11:05 Prepararse para Educación Física
- 11:05–11:30 Ejercicios de Educación Física (telecast 11:05–11:20 M)
- 11:30–11:40 Lavarse las manos
- 11:40–11:45 Prepararse para inglés oral
- 11:45–12:00 Telecast de inglés oral
- 12:00–12:30 Almuerzo
- 12:30–12:40 Prepararse para Ciencias Sociales
- 12:40–1:00 Telecast de Ciencias Sociales
- 1:00–1:30 Ejercicios de Ciencias sociales (fichas) y evaluación. Salida.
- 1:45–3:00 Formación del profesorado mediante Telecast de 2h
El programa se declara triunfalmente un completo éxito. Aquí podéis ver un vídeo promocional de la época.
La realidad, no obstante, será algo distinta. Como hemos visto el telecast ocupa entre 1/4 y 1/3 del horario escolar. Las actividades son muy cerradas y con horarios de emisión estrictos. El profesorado no puede permitir que se alarguen discusiones o aprovechar la motivación del alumnado para ampliar temas o incluir otros fuera de programa. Los problemas de logística no son menores y el descontento se hace cada vez más patente entre un profesorado que, como es lógico, desea un mayor control sobre su clase.
En 1972 se lleva a cabo por primera vez una encuesta de satisfacción que muestra un descontento generalizado entre el profesorado y buena parte del alumnado especialmente en los cursos superiores. Como consecuencia en 1973 se da al profesorado de aula un mayor poder decisorio. En 1979 el uso de los telecast es ya marginal o casi nulo. La mejora de la calidad educativa estaba lejos todavía de los resultados esperados aunque, ciertamente, se había avanzado mucho. El nivel de conocimientos seguía siendo muy bajo, con un dominio pobre del inglés y grandes dificultades en diferentes áreas.
La inversión por alumno/curso había pasado de los $50 de 1961 a los $1041 en 1980 aunque mucha de esa inversión fue fagocitada por la industria del entretenimiento cuando los estudios televisivos samoanos pasaron a un uso mucho más comercial. Solo queda hipotetizar que evolución habría tenido la educación samoana de haberse invertido buena parte de lo gastado en estudios de televisión y equipos, así como en profesionales externos, un plan ambicioso de formación del profesorado, elaboración de materiales educativos adecuados y mejora general de las condiciones escolares y de las posibilidades de ampliación de estudios.
Otro de los ejemplo claros de televisión educativa fue el programa Thinkabout. Una producción estadounidense-canadiense consistente en 60 lecciones de 15 minutos cada una para ayudar al alumnado de 5º y 6º de educación básica a «expresarse adecuadamente, gestionar su propio aprendizaje, razonar de modo sistemático y ejercitar la flexibilidad mental» (para que veamos que esto de la enseñanza competencial y las soft skills no es tan nuevo como nos lo pintan). Iba acompañado de una guía didáctica de casi 100 páginas y el equipo de expertos movilizado en su desarrollo era fabuloso. Fue definido en su época como «el uso más ambicioso de la televisión educativa que se ha hecho jamás» y como «un deslumbrante ejemplo de planificación, diseño y ejecución meticulosos».
Se empezó a planificar en 1973 y se dio por terminado en 1979. Costó unos $5M y tuvo bastante recorrido televisivo. No obstante su uso en el aula fue muy discreto. La evaluación independiente concluyó que pocos profesores usaron el programa completo, pocos hicieron las actividades previas o posteriores previstas en la guía didáctica u otras de su propia cosecha. Su uso mayoritario fue durante las tardes y, en menor medida, al volver del recreo.
Son muchas otras las iniciativas que podríamos analizar pero la gran mayoría llegaron al mismo punto y conclusión.
- La televisión escolar es un accesorio y no un elemento central. Ocupa un fragmento mínimo del periodo escolar.
- Son pocos los docentes que la utilizan de un modo consistente y entusiasta.
- Cala más en primaria que en secundaria.
- Su uso es mayor por la tarde, después del recreo o como recurso de emergencia.
La mayoría de textos de mediados y finales de los años 80 del pasado siglo establecen una serie de recomendaciones a tener en cuenta en la implantación de tecnologías venideras:
- La participación de toda la comunidad educativa es importante, y la adaptación al entorno particular en el que los recursos van a ser usados. Ha de contarse con el alumnado y muy especialmente con el profesorado que la va a utilizar.
- El diseño del currículo es absolutamente central No hay recurso que funcione si el currículo no es adecuado y adaptado.
- No se pueden instaurar recursos y organizaciones educativas sin tener en cuenta la cultura profesional docente y mucho menos en su contra.
- El profesorado no está en contra de la tecnología, sino en contra de demasiada tecnología. Hay una cantidad justa y una cantidad excesiva que desvía la atención de lo importante en el aula.
- La escuela no debería dejarse arrastrar por la industria o las empresas como prescriptoras de recursos tecnológicos.
- La educación tiene sus ritmos. Debe asumirse que los cambios educativos son lentos si se quiere que sean profundos, relevantes y duraderos.
¿Qué opináis? Ordenadores, PDI’s, Internet 3.0, smartphones, tablets, realidad expandida, IOTs… después ¿creéis que aprendimos la lección o estamos condenados a repetir la historia?
Referencias de interés
Predictions for Educational TV in 1930’s https://www.smithsonianmag.com/history/predictions-for-educational-tv-in-the-1930s-107574983/
Teaching by Television in American Samoa: A History http://hackeducation.com/2015/06/06/american-samoa-educational-tv
Educational Television in American Samoa https://www.pagopago.com/etv/etv-introduction
Thinkabout https://www.timidfutures.com/2019/04/thinkabout-1979/
Cuban, Larry (1986) Teachers and Machines. The Classroom Use of Technology since 1920. Nueva York: Teachers College Press