Sigamos, pues, con las cinco últimas reglas. Last but not least.
**************************
Es relativamente común encontrarse con comunicadores para niños que contienen mensajes del tipo «Quiero hacer fichas» o «Quiero comer bróculi». Recuerda poner lo que el usuario quiere decir o necesita decir DESDE SU PUNTO DE VISTA. Con demasiada frecuencia hacemos los comunicadores que nos gustaría tener y nos falta capacidad para ponernos en el lugar del otro. Igualito que cuando vas a la peluquería y sales con el corte que a la peluquera le gusta, no con el que has pedido.
Haz tuyo aquello de Great things start small. Empieza poco a poco y no quieras abarcar mucho de cada vez. Sólo conseguirás desmoralizarte y perder al usuario. Aunque sea poco, que funcione bien. Y sobre esa base, pequeña pero sólida, construye toda la comunicación. Ningún padre se agobia cuando su hijo empieza a decir sus primeras palabras con enseñarle todo el diccionario.
Seguir un método (sea PECs, sea el que sea) ayuda a sistematizar las acciones propias y a favorecer la coherencia y el orden. Pero sin reflexión no sirve de nada. Especialmente cuando damos el salto a nuevos medios. Está bien que utilices pictogramas en blanco y negro si crees que es bueno utilizar pictogramas en blanco y negro desde un punto de vista reflexivo (menores distracciones, mejor vocalización, más claridad…), pero no los utilices en B/N simplemente porque el método X, Y o Z lo dice. Tal vez no sea lo más adecuado para tu usuario y, en todo caso, no podrás solucionar problemas o mejorar el comunicador de modo efectivo.
Y sí, en ocasiones hay que hacer cosas porque-sí, porque hay que tomar una decisión y punto. Cuando esto ocurra tenlo claro. Tal vez las condiciones cambien y debas reconsiderar tu decisión y orientarla hacia otra más eficaz.
Pues parece mentira, pero en muchas ocasiones olvidamos que los comunicadores han de servir para comunicarnos con todo el mundo. No sólo con familia, centro educativo y terapeutas. La comunicación volviendo sobre lo dicho, es libertad. Así que hay que salir al mundo y usar nuestros comunicadores. Para ello hay que pensar en las necesidades del mundo exterior e incluir mensajes más allá del entorno familiar, terapéutico y escolar.
NO EXISTE EL COMUNICADOR PERFECTO. No te obsesiones. El comunicador se construye día a día, avanza día a día, mejora día a día. Como el lenguaje natural. Yo no tengo hoy el mismo vocabulario que ayer, ni el que tendré mañana. Incorporaré palabras nuevas, olvidaré algunas que apenas usé, tendré nuevas palabras favoritas y dejaré de decir otras. Ya casi nadie dice «chachipiruli» o «guaydelparaguai». Lo natural es eso y no la programación de un «banco de vocabulario». Poco a poco incorporamos vocabulario, lo hacemos nuestro. No somos robots.
Así que dejemos de obsesionarnos con ese Santo Grial de los comunicadores, con ese comunicador «mejor» y hagamos un comunicador simplemente bueno. Todos somos capaces, poco a poco.
En resumen, ANTE TODO MUCHA CALMA. No es más que comunicación. Algo que hacemos todos los días.