DISCAPACITODOS

Educación, Tecnología y Accesibilidad nos importan a todos. Porque bajo las circunstancias adecuadas, todos somos discapacitados.

Cuidado a quien llamas discapacitado

La discapacidad es un constructo social. No depende de los miembros que uno tenga o deje de tener, ni de la más que discutible medición de un cociente intelectual que aparentemente tiene personalidad múltiple.
Según la OMS:

Discapacidad es un término general que abarca las deficiencias, las limitaciones de la actividad y las restricciones de la participación. Las deficiencias son problemas que afectan a una estructura o función corporal; las limitaciones de la actividad son dificultades para ejecutar acciones o tareas, y las restricciones de la participación son problemas para participar en situaciones vitales.

Por consiguiente, la discapacidad es un fenómeno complejo que refleja una interacción entre las características del organismo humano y las características de la sociedad en la que vive.

Bajo esta óptica todos somos discapacitados puesto que todos tenemos problemas que afectan a una estructura o función corporal (de modo transitorio o permanente), todos encontramos dificultades para ejecutar determinadas acciones o tareas y todos enfrentamos problemas de participación en diferentes situaciones. Yo, por ejemplo, tengo una absoluta incapacidad para hacer nada mínimamente útil con mi mano izquierda, lo que dificulta seriamente mi progreso con el piano; las abejas y avispas me dan alergia y su simple visión me produce sarpullido, amén de la irrefrenable necesidad de salir corriendo; y siento miedo escénico musical, así que tengo muy complicado ponerme ante un público a hacer música. Soy una completa discapacitada en muchos aspectos, pese a que poca gente lo diría.

Lo que comúnmente llamamos discapacidad no es, por tanto, una condición necesaria y objetiva, sino un modo de ser y estar mayoritariamente aprendido. Se aprende, por ejemplo, a ser ciego, porque se aprende a necesitar aquello que nos enseñado a utilizar. Alguien ha decidido por nosotros qué nos va bien y qué nos va mal. Qué cubre nuestras necesidades y qué nos resulta inútil. Ser «ciego» igual que ser «sordo» es una construcción social en la que intervienen diferentes factores fuertemente arraigados en el imaginario popular.

La idea puede parecer radical, sin embargo ha sido ampliamente estudiada en otros ámbitos en los que esta teoría está ya aceptada. La sociología del feminismo, la perspectiva igualitaria y los estudios sobre la incorporación efectiva y plena de la mujer en todos los campos de la vida y el saber es, quizá, el mejor ejemplo.

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No hace tanto nadie dudaba que las mujeres eran intelectualmente inferiores, necesitaban de tutoría constante por parte de un hombre, eran incapaces de asumir responsabilidades fuera del ámbito doméstico, carecían de pensamiento crítico, su fortaleza física era muy inferior a la de los hombres y un largo etcétera de prejuicios basados en el comportamiento y desempeño mayoritario de las mujeres de la época (Véase Rol de Género). Las mujeres eran así porque se creía que eran así. Ese era su rol y así se comportaban.

Del mismo modo existe un rol social de las personas discapacitadas:

El rol tiene la función de separar lo que somos (identidad) de lo que representamos (rol).

Por ello es posible concluir que las personas no son (no somos) discapacitadas, sino que actuamos como tales.

Cambiar un rol y lo que representa implica desafiar todo lo que damos por sentado acerca del comportamiento de un determinado grupo social. Y tan importante como romper esa barrera social es difundir dicho desempeño. Dar a conocer a personas que no se sintieron discapacitadas y no actuaron como tales provee de modelos que adoptar como referente y contribuye a modificar la idea mental que escondemos tras una etiqueta. Lo que esperamos y lo que demandamos. Lo que permitimos y lo que favorecemos.

Con esa voluntad os presento una nueva categoría en el blog «Cuidado a quien llamas discapacitado». En realidad no se trata más que de una oficialización, ya que nació con la entrada sobre Blas de Lezo. Uno de esos grandes hombres y mujeres que, incomprensiblemente, la historia olvidó contar.

Iremos desgranando, pasito a pasito, historias tan alucinante como la de Jessica Cox, James Holman, Mile Stojkoski, y tantos otros que decidieron ser ellos mismos y no lo que se esperaba que fuesen.

Olvida todo lo que creías saber sobre la condición humana y ten cuidado a quien llamas discapacitado. Podrías llevarte más de una sorpresa.

1 comment for “Cuidado a quien llamas discapacitado

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